
Hay un lugar que es el conocido, la realidad pura, los colores y las formas, las formas y los colores. Lo evidente, sin hablar, sin oír, sólo mirar. Luego vienen las interpretaciones, lo difícil, lo temerario, las dudas. La angustia de no saber nada, nada. La certeza es no poder demostrar nada, nada que sea. ¿Pero si hay tanto? Sí, lo veo. Es entonces que aparece el trasfondo, el otro carril, colectivo e individual, la realidad que se presume, la equivocación de todos los que alguna vez se atrevieron a correr la cortina para conocer que había más allá.
Probando, atado a un tren espacial!
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