martes, 7 de abril de 2009

Las aventuras de Otto, X y Marquitos


El viejo don Otto era zarpado, aunque no lo supimos hasta que lo investigamos. Compartimos sus aventuras, sus anécdotas y sus desgracias. Viajamos en buques, en trenes de carga, a lomo de burro, en elefantes y hasta en trenes ultra-rápidos.
Estuvimos en Libia-donde recordamos a Rimbaud-, traficando armas a la vera del mediterráneo en un día luminoso, armados hasta los dientes. Nos mantuvimos cerca de la frontera de Afganistán y Pakistán, Dios quiso que no osáramos cortar hacia Cachemira. Ahí quedaron en nuestros oídos los ritmos inconfundibles de un músico musulmán, con raros instrumentos pero con una voz superlativa. Nadamos en aguas del Índico hasta llegar a una isla donde residían kamikaces japoneses de la segunda gran guerra que, obviamente, mucho habían dudado de tomar la decisión final en nombre del emperador. Una anécdota de leones, trenes y puentes me recordó una película; y una noche que Otto, estuvo por morir, en Alaska, me enseño a hacer una fogata, junto a Jack London.
Resulta peligroso- al menos por este tramo- adelantar algunas cuestiones, sobreexplicar y hacer algunas aclaraciones, atar cabos da miedo, y justamente de eso se trata, descubrir la trampa, la que todos llevamos dentro.


*Introducción a la novela inédita

No hay comentarios:

Publicar un comentario